Ha muerto Perico

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Efraín Jaramillo Jaramillo

Colectivo de Trabajo Jenzera

“La historia agrega que, antes o después de morir,

se supo frente a Dios y le dijo:

Yo, que tantos hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo.

La voz de Dios le contestó desde un torbellino:

Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra,…

y entre las formas de mi sueño estás tú,

que como yo eres muchos y nadie”.

Borges

 

“…ya es tiempo de que nos retiremos de aquí,

yo para morir, vosotros para vivir.

¿Entre vosotros y yo, quién lleva la mejor parte?”

Platón

 

Con gran pesar hemos recibido en Colombia la noticia del fallecimiento del jurista español Pedro García Hierro. Un inteligente pensador, al cual le debemos una abundante literatura sobre la problemática indígena de América Latina, en especial de Perú, su segunda Patria.

“Perico” como ha sido llamado por sus amigos, apoyó con pasión la resistencia española en contra de Franco y en América las luchas de los aborígenes por sus territorios. En ningún momento se preguntó acerca de sus posibilidades de éxito o de fracaso. “Es que no podía hacer otra cosa”, me dijo alguna vez. Con razón, pues hay razones no solo políticas sino éticas, que están en juego.

De la mano de Perico y de sus textos aprendimos a pensar y comprender la Amazonia indígena. Fue un gran maestro, pero sobre todo un entrañable y generoso amigo.

Desde aquí, extiendo mis condolencias a “Chinita”, a Malena y a Juan, sus hijos peruanos y a sus hijos españoles, a sus hermanos y nietos. Y a sus amigos quienes lo rodearon en este último trance de su vida. En especial mis condolencias a mi querido amigo Roberto, al cual le faltará un “compinche” de la música: “si yo supiera que cantando, mis males olvidar pudiera, cantaría toda la noche, hasta que me amaneciera…”

Perico más que un notable jurista, fue un humanista que abordó con rigor académico la problemática indígena, haciendo uso de su erudición para pensar responsablemente los problemas de los pueblos indígenas y para deliberar públicamente en torno a ellos, lo que le acarreó la malquerencia de los poderosos. Y por eso fue ejemplar: si Platón añoraba al rey filósofo, nosotros con Perico tuvimos algo más importante: el ciudadano filósofo.

Se fue Perico, y aunque nos queda su obra, de una esmerada ejecución, lo extrañaremos.

 

Bogotá, julio 12 de 2015

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