Lucindo Domicó Cabrera IN MEMORIAM

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Efraín Jaramillo Jaramillo

Colectivo de Trabajo Jenzera

Hoy 24 de abril de 2017 se cumplen 18 años del asesinato de Lucindo Domicó Cabrera, un joven enfermero y dinámico líder del pueblo embera katío del Alto Sinú, que encabezó junto a Kimy Pernía y Alonso María Jarúpia –también asesinados– las movilizaciones de su pueblo contra la represa de URRA, que inundó 7.400 hectáreas, afectó al resguardo indígena del Alto Sinú y al Parque Nacional Natural de Paramillo, degradó los suelos, las ciénagas y la oferta ambiental, vital para su sobrevivencia, lo que terminó vulnerando la integridad de la permanencia de las comunidades en su territorio.

El asesinato ocurrió quince días después que la Asamblea de gobernadores de los ríos Doqueradó (Sinú) y Iwagadó (verde) expidiera una Declaración Pública sobre el conflicto armado en su territorio, rechazando las amenazas que estaban recibiendo las comunidades en momentos previos a la consulta sobre la represa y el manejo irresponsable de la información que emitían los medios de comunicación de Córdoba, caja de resonancia de los intereses de los senadores cordobeses Salomón Nader y Julio Manzur, el sucreño Julio Cesar Guerra Tulena, el cesarense Pepe Gnecco Cerchar, que señalaban a los indígenas de ser los enemigos del progreso de la Costa”, pero no mencionaban los intereses del senador antioqueño Mario Uribe, que con su primo Álvaro venían adquiriendo tierras en las fértiles sabanas de Córdoba.

Lucindo fue asesinado de ocho disparos a las 9 de la noche, mientras suplicaba a sus asesinos en embera bedea (lengua embera) que no lo mataran. Y tenía mucha razón para pedir por su vida, pues era uno de los voceros más destacados en el proceso de negociación de los indígenas con la Empresa Urrá.

A sus amigos siempre nos llamó la atención el espíritu amplio y generoso de Lucindo, teniendo siempre como objetivo y meta el bienestar de su pueblo. Fue con Kimy el impulsor de las ideas principales a seguir en la negociación con la empresa URRA, que debían girar sobre los ejes esenciales del territorio y su saneamiento, la soberanía alimentaria, la reconstrucción económica y socio-cultural, la defensa de los bienes ambientales y la autonomía política; y no sobre los ejes circunstanciales y pasajeros que quería definir la empresa Urra: compra de mejoras, huertas caseras, letrinas, estanques piscícolas, etc.

Hoy recordamos estos planteamientos nítidos y coherentes de este joven dirigente embera, que junto a la claridad, fuerza política y capacidad organizativa de Kimy fueron la base para la defensa territorial del resguardo Karagabí y del territorio donde había nacido Lucindo: el resguardo de Iwagadó, unidos ahora en el resguardo Embera Katío del Alto Sinú.

Como todos los otros asesinatos y desapariciones de dirigentes embera katío del Alto Sinú, el crimen de Lucindo se encuentra en la impunidad, mientras que sus victimarios fueron recompensados generosamente por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Hoy 18 años después seguimos clamando justicia y exigimos que su muerte y la de los demás embera del Alto Sinú sean esclarecidas.

Padres de Lucindo en sus honras fúnebres (Bewara) en Iwagadó

¡Hoy sus amigos recordamos su nombre y el legado que nos dejó!

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